A veces es necesario perderse.
Se puso el gorro de paja y salió a caminar.
Caminó mucho hasta que las piernas se le adormecieron.
Se detuvo. Respiró y miró hacia los costados.
Era un túnel verde con sonidos extraños, una sinfonía de bichos peludos, alguaciles, chicharras y arañas… serpientes, cocodrilos, tortugas… y por momentos el golpeteo de algún pájaro carpintero o el rugido de alguna pantera negra que acechaba muy cerca de aquel lugar extraño.
Hacía tiempo que no veía algo así, raro, diferente a todos los días.
Se sacó el gorro de paja, se limpió el sudor de la frente.
Miró sus pies sucios y entonces recordó, con una sonrisa, por qué había salido a caminar…
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