Es difícil.
En un mundo donde hacer fotos está al alcance de todos, donde ya casi leemos en imágenes, donde cada dos minutos se toman tantas fotos como se hicieron en todo el Siglo XX: 375.000 millones este último año…Sí, hacer fotografía se torna un poco complicado. Pero ese es el desafío.
Décadas atrás, la fotografía era una herramienta de pocos. El simple hecho de manejar la técnica distinguía al fotógrafo del simple espectador. La dificultad estaba en aprender a usar la cámara, a revelar, y tener el presupuesto para hacerlo.
Hoy en día tenemos Instagram, celulares que filman en HD y programas de computadora que arreglan nuestro mal uso de la luz, nuestra pésima elección de balance de color y hasta nuestra imagen corrida y fuera de foco. Pues bien, las dificultades son distintas al igual que las ventajas.
Si bien la técnica sigue importando, ya no es un impedimento; cursos de fotografía abundan, manuales de fotografía y vídeos de Youtube también. Sin embargo no hay tantas buenas ideas como cámaras de foto. Saber lo que uno quiere decir, mostrarlo, buscarlo, capturarlo… no es tan fácil. Y el mayor problema es cuando uno ya no tiene más nada que decir.
Sí, es difícil en un mundo donde todo pasa muy rápido, donde el montaje es acelerado, donde las imágenes son rápidas. Pero es necesario. Es necesario hacer una foto. Una foto que detenga un momento, una expresión, un paisaje, un detalle, una idea. Es necesario que una foto embellezca, en el gran sentido de lo bello y lo estético, como lo hacen los grandes cuadros de Rembrandt, Da Vinci, Caravaggio, Goya y otros tantos. Como lo hacen las fotos de Richard Avedon, Robert Capa, Elliott Erwitt. La fotografía en el siglo XXI es difícil, pero como en el pasado, necesaria.
Santiago Ventura
2014
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